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La soledad de los números primos de Paolo Giordano


Empezás a leer la novela llena de expectativas, abierta al nuevo universo que propone el autor. Después del desconcierto de las primeras páginas, entrás en el nuevo cosmos, absorta por la sutileza psicológica de los personajes y la hondura de la trama. Y justo cuando empezás a disfrutar de la complejidad de la historia, expectante a ver cómo el autor dará el golpe final... te toca armar las valijas para toda la familia, para un viaje de varios meses que más que un viaje huele a mudanza, y es inevitable: te olvidás de guardar tu novela, esa que presidía, orgullosa, la pila de ejemplares de tu mesa de luz. Y entonces ¿qué hacés? 1) esperás a recibir visitas, en unos meses, para que te la traigan, aunque la logística sea complicada, porque tu casa quedó bajo llave. 2) esperás unos meses más aún y la leés a tu vuelta, aunque temés que la dilación en retomar la lectura haga perder parte de su encanto. 3) la comprás de nuevo, aunque te dé culpa porque el presupuesto que asignás a libros por año equivale al que Sarah Jessica otorgaba a sus Manolos. 4) googleás el final, aunque más que de los argumentos, sos de las que disfrutan leer cómo los desenvuelve el autor. Yo todavía estoy indecisa. ¿Cuál opción elegirías vos?


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