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Boquitas Pintadas de Manuel Puig


“Un escritor tiene un solo tema”, decía Manuel Puig, “y ese es el hombre”. A este autor se lo relaciona con la mezcla de registros: lo alto y lo bajo, la cultura letrada y la popular. En especial, porque una de sus vetas fundamentales es el cine; de hecho, su primera novela, La traición de Rita Hayworth, comienza como guion.

Aunque Borges decía no leer a Puig y se los suele colocar en las antípodas, están muy entrelazados. Ambos usan para sus textos los restos de la cultura occidental: en el caso de Borges, los restos de la cultura erudita. Puig hace lo mismo pero con el cine de Hollywood y los medios masivos de comunicación. En su segunda obra, Boquitas Pintadas, que se convirtió en best seller total, no le tiembla el pulso en recurrir a la forma del folletín.

Hablar de Puig es hablar de arte pop, que en su momento fue muy discutido, y de una estética del kitsch. Sus novelas quizás parecen de lectura fácil, pero encierran distintos niveles de lectura, de profundización. Y como bien dice Amar Sánchez, en Puig hay “amor y traición a las formas populares: los textos las usan e integran, pero no pueden evitar marcar su diferencia”.

Boquitas Pintadas es narrada a partir de fragmentos: es el lector quien debe armar el rompecabezas. El lenguaje empleado reproduce la oralidad y algunas de las cartas incluidas hasta tienen errores de ortografía. ¿Pensás que fue sin querer? No, querid@, en todo caso es exceso de realismo.

Algunos de los temas que toca el autor son el chisme, la figura del donjuán, los estereotipos, la maldad, el juego entre apariencia y realidad, el tango y sus clichés. ¿Logré interesarte? Espero que sí...


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